domingo, 20 de enero de 2013

Well hello again Mr. Freud


Regresar a clases es un tema ya trillado en lo blogs, pero nadie ha hablado sobre la experiencia de regresar a clases en la facultad de psicología. Este semestre regreso como maestra y voy preparando el vestido, el maletín para la lap y la bitch attitude. Aunque aún recuerdo cómo era regresar en plan de alumno, con nuevo tinte (bueno eso aún lo hago) y nueva ropita que hacía ver que tus vacaciones habían sido en una comuna con gente bien buen pedo y que ahora sabías darle otro uso a los psicotrópicos. 

Me detengo un momento para hacer una advertencia, esto no es una generalización, siempre hay sus excepciones y en psicología no hay puros marihuanos o esteriotipo que se le quiera endilgar.

En mis años de estudiante ojalá no hubiera incurrido en la maldita franelita tejida por chiapanecas, en los converse negro y blanco (que me lastimaban, sea dicho de paso) y en los accesorios alusivos al peyote o marihuana. 


Está bien usar los Converse pero que sean divertidos, suficiente del clásico y muy desgastado blanco y negro

Pero lo hice, shame on me. Eso sin contar con el accesorio más prepotente que conozco: el morral. Los hay en versiones rupestres, los hechizos, los que tienen la cara del Ché o de Dalí. Todos ellos tienen algo en común...son muy incómodos. Esa tirita que te atraviesa el hombro y que no aguanta el peso de la libreta, el celular, los chicles, la cartera y los lentes.

Cualquier cosa es mejor que un morral, los tote tienen las tiras más anchas y vienen en diseños que complacen a cualquier además

Fuck los lentes, recuerdo lo que era llegar a la cafetería y ver el desfile de estilos: los había rosas, maxi, fayuqueros, azules y de ciclista. La mayoría usábamos wayferer de imitación porque como estudiante no tienes de donde pagarlos pero te quieres ver cool como todos los grupos que escuchas que nadie más conoce porque son una bola de incultos. Huelga decir que el uso que se le daba a los lentes era para esconder lo pacheco que podía estar el sujeto en cuestión, nunca funcionaba en todo caso era un grito de "Hey soy tan chingón y estoy drogado", patético.



Si hay que usar lentes hipster más vale que vayan con la forma de la cara y que no traigan rebaba

Afortunadamente los tiempos han cambiado y ahora que soy maestra me topo con almunit@s que se visten muy bien, siendo bohemios pero chic. De pronto veo algunos Coach en lugar de Converse y afortunadamente nunca me he topado con un estudiante que traiga al cuello un peyote o accesorio similar venido de un horrendo callejón con cuarentones que se dedican a ser espíritus libres y pulseritas.

Está bien que los psicólogos somos fuera de molde y medio extravagantes, pero lo extravagante no tiene porque ser pariente de lo mugroso.


Ah si hubiera existido el concepto boho chic en mi época, cuantas guarradas no me hubiera ahorrado.











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